Fue imposible hablar en privado con Ron y Hermione antes de la hora de comer. Durante la mañana fue objeto de murmuraciones y miradas, aunque por suerte no tuvo que soportar bromas desagradables como había sucedido tras su matrimonio. Nadie parecía saber qué decirle, así que se dedicaban a susurrar a su espalda. La única sorpresa agradable que tuvo durante el día fue cuando se enteró de que Charlie se había quedado en Hogwarts para ayudar a Hagrid con un proyecto especial en uno de los establos. Ron y los demás Gryffindors habían logrado que el ex-estudiante les prometiera reunirse con ellos durante la semana para darles algún consejo de Quidditch en los entrenos.
Antes que volver al comedor, Harry y sus amigos prefirieron retirarse a la torre de Gryffindor, colándose en el dormitorio de los chicos de sexto con comida traída por Dobby. Una vez solos y protegidos por un hechizo de privacidad, Harry se sentó en la cama de Ron y les contó todo lo ocurrido los últimos días, finalizando con la historia de la propuesta de Malfoy y el problema de Remus.
Tanto Ron como Hermione hicieron miles de preguntas, queriendo saber cada detalle que pudiese recordar de las Tierras de invierno y la batalla en la que había luchado. Hermione se emocionó con la descripción de la piedra sello, el Pozo de la Desesperación y los hechizos que Harry había utilizado para mover el monolito y sellarlo. Tomó montones de notas, decidida a emprender un proyecto de investigación en el cual Harry fue incapaz de sentirse implicado.
–Lo que no entiendo es por qué motivo debe Sirius casarse con Draco –protestó Harry cuando llegaron al final del relato– ¿No debería ser capaz de decir no, simplemente?
–No sin una buena razón -le dijo Ron.
– ¿Como el que no le guste ese niñato? –Exclamó Harry– ¡A mí me parece una excelente razón!
–No funciona así –Ron sacudió la cabeza– Cuando hablamos de familias antiguas como los Malfoy y los Black, los temas emocionales no tienen nada que ver con el matrimonio. Es un negocio, como la fusión de dos compañías. Tiene que haber motivos legales de peso para que el matrimonio pueda ser denegado.
– ¿Me estás diciendo que Lucius Malfoy podría haber pedido que Ginny se casara con Draco, y ella no podría negarse porque tu padre perdería su posición como Jefe de Familia? –inquirió Harry, pero Ron negó de nuevo:
–No, claro que no. Para empezar, a mi padre tanto le daría el tema. Si pasara algo así, Bill se convertiría en el nuevo Cabeza de Familia y renunciaría a su posición de inmediato para devolvérsela a mi padre. Pero de todas formas, eso no ocurriría. Mi familia no tiene un Conscriptus, y aunque lo tuviésemos, no incluiría ninguna alianza abierta con cualquier familia que nos pudiese forzar a casarnos con alguien que no deseáramos.
– ¿Un Conscriptus? –Harry se tumbó en la cama, poniéndose a contemplar con desgana el dosel de encima-. ¿Por qué tengo la impresión de que es una de esas cosas de magos que debería haber encontrado leyendo "Historia de Hogwarts"...?
–No se menciona en ese libro –Hermione frunció el ceño y Harry le echó una mirada curiosa. Ella parecía francamente molesta y miraba fijamente a Ron con gesto irritado– ¿Qué es un Conscriptus?
Ron abrió mucho los ojos y se echó a reír:
– ¿¡No lo sabes!?
Harry volvió a erguirse ante aquella situación: no se encontraban todos los días con algo que Hermione ignorara. Ella estrechó la mirada y le dio un puñetazo en el brazo a Ron. Él se reía con demasiadas ganas como para darse cuenta de ello.
– ¡Ron! –le increpó ella.
–Vale, vale –Ron sonreía de oreja a oreja– Un Cognatus Conscriptus. Es un documento mágico, típico de las familias de "sangre limpia" más antiguas. Una declaración de la línea de sucesión, además de listar las alianzas con otras familias, y los derechos y deberes que cada familia tiene con las otras.
– ¿Como una especie de contrato legal? –preguntó Hermione. Ron asintió:
–Nuestra familia tenía uno, hace ya tiempo. De hecho es por eso que no tragamos a los Malfoy.
– ¿Ah, sí? –preguntó Harry, intrigado. Sabía que Arthur y Lucius se odiaban, pero siempre había asumido que se debía a que Lucius era un Mortífago.
–Mi abuelo tenía una hermana llamada Eleano que era realmente hermosa –les explicó Ron en tono de conspiración, disfrutando de la posibilidad de poder explicar un secreto familiar– Por lo que me han contado, Abraxas Malfoy, padre de Lucius, se enamoró de ella y pidió su mano. Pero si creéis que Lucius es malo, Abraxas era mil veces peor. Mi bisabuelo rechazó la alianza, cosa que fue considerada un insulto terrible. La familia Malfoy tenía mucha más influencia, dinero y poder que la nuestra, y no había razones en el Conscriptus para rehusar tan generosa oferta. Mi bisabuelo perdió su puesto como Cabeza de Familia y éste pasó a mi abuelo. Cada nuevo líder de la familia tiene un breve lapso de tiempo durante el cual puede cambiar el Conscriptus... y eso hizo mi abuelo. Lo rompió, deshaciendo todas las antiguas alianzas de nuestra familia. Los Malfoy nunca nos han perdonado. Es una de las razones por las cuales nos llaman "Traidores de Sangre".
– ¿Pero en qué consiste exactamente el Conscriptus? ¿Lo tienen todas las familias? –Preguntó Harry– ¿Lo tienen los Potter?
–Lo dudo mucho, colega –le dijo Ron– Que yo sepa, no tienes ningún tatuaje.
– ¿Tatuaje? –Harry frunció el ceño.
–Sí, el blasón familiar –explicó Ron– Se tatúa en el omóplato derecho del Cabeza de Familia. Hay una versión que marca al heredero designado, si es que hay uno.
Harry recordó ahora la rosa y la serpiente que había visto en la espalda de Severus la primera noche de su matrimonio. Se preguntó si Sirius tendría algo parecido en la suya.
–Pensaba que los Potter eran una familia antigua –dijo Harry– Tenemos un montón de votos para las elecciones.
–Eso no significa que tengas que tener un Conscriptus –replicó Ron, echando una mirada no exenta de regocijo a Hermione, que estaba muy ocupada escribiendo todo cuanto decía. Harry supuso que en unas horas habría investigado el tema hasta agotarlo, y acabaría sabiendo más de ello que todos los "sangre limpia" de la escuela juntos– La mayoría de familias más progresistas se deshicieron de ellos hace generaciones. No tiene nada que ver con las elecciones, sólo es un mecanismo para designar herederos y forjar alianzas entre familias. Establecen con quién puede o no puede casarse un miembro de la familia.
Hermione alzó la cabeza al oír aquello, con ojos brillantes:
–La nobleza muggle de Europa tenía libros muy detallados que determinaban qué se consideraba un buen matrimonio, estableciendo quién era familiar de quién. Evitaba que se consumaran matrimonios entre familiares demasiado cercanos. El Conscriptus parece una versión de eso...
–Es más importante aún en el mundo mágico, puesto que a menudo hay sangre no humana de por medio. Las familias más antiguas quieren mantenerse puras, sin ningún elemento que pueda ensuciar su árbol familiar.
Hermione resopló, disgustada.
– ¡Merlín nos libre de casarnos con una familia que en algún momento haya dado a luz un squib...! O aún peor, que en algún momento de su historia se hayan unido a alguien de sangre sucia.
– ¿Me estás diciendo entonces que Sirius se tiene que casar con Draco sólo por lo que dice un pergamino?
–El Conscriptus establece qué clase de matrimonios serían aceptables para ambas familias. Puesto que Lucius se casó con Narcisa Black, podemos asumir que no hay nada que impida tales uniones. Probablemente tengan alguna alianza establecida en el Conscriptus. A menos que Sirius cambiara el documento cuando heredó, las alianzas siguen en pie y no tiene ningún derecho legal a rechazar ese matrimonio.
– ¿Y cómo sabemos que no lo cambió? –preguntó Harry.
–Porque heredó mientras estaba encerrado en Azkaban –le respondió Ron– Para cambiar el Conscriptus tienes que ir al departamento de herencias familiares, algo que Sirius no pudo hacer si estaba en búsqueda y captura. Así que se tiene que conformar con lo que sus padres aceptaran en su momento.
Harry tuvo una idea:
–Bueno, ¿y cómo esperan que Sirius se case si está a la fuga? –Exclamó– ¿No sería ilegal para los Malfoy encontrarse con Sirius para la boda? Estarían en connivencia con un criminal...
–No –suspiró Hermione, captando la atención de los dos chicos– Me estuve informando sobre las ceremonias matrimoniales tras tu boda, Harry... encontré las palabras que usaba Dumbledore muy interesantes. Se pueden casar por poderes. Ni siquiera tienen que estar en el mismo país para ello.
– ¿Y qué hay de...? –Harry se detuvo, incómodo ante el tema delicado en el que estaba pensando. Tras su propio matrimonio, había habido tal número de bromas sobre la noche de bodas que aún se sonrojaba al pensar en ello. Lo que había aprendido del tema había sido que todo el mundo consideraba válida su unión porque presuponían que Severus había insistido en consumarla– Ya sabéis –hizo un gesto vago con la mano.
– ¿Del sexo? –inquirió Hermione, sólo para encontrarse con que Ron protestaba:
– ¡Hermione!
Ella alzó la vista al cielo:
– ¡Por favor...! De la consumación. ¿Mejor?
– ¡Mucho mejor! –dijo Ron con cierta irritación.
–Bueno... ¿qué hay de eso?
–Verás, Harry, una vez Draco y Sirius estuviesen casados, Draco no podría testificar en su contra –explicó Hermione– Es ilegal forzar a alguien a dar testimonio contra su compañero vinculado. Draco y Sirius se podrían encontrar en secreto y nadie podría hacer nada para evitarlo. Aunque hay una solución aún más original, aunque creo que ya no se practica, que es la consumación por poderes. Técnicamente es legal.
– ¿¡Estás de broma!? –dijeron al unísono Harry y Ron, mirándola horrorizados.
–Hubo un tiempo en que la nobleza inglesa muggle tenía derecho, en Escocia, a acostarse con la novia en la noche de bodas antes de que lo hiciese su propio esposo –respondió ella, negando con la cabeza– Las costumbres matrimoniales siempre han sido... un poco particulares.
Ron y Harry se miraron atónitos, sin saber muy bien qué responder a aquello. Les parecía extremadamente raro.
– ¿Y cómo iban a...? Ya sabes, "hacerlo" por poderes –preguntó Harry. Hermione se encogió de hombros:
–Oh, cualquiera de la familia próxima podría hacer la labor. Odio decir esto, pero seguramente tú o Snape seríais los candidatos más probables.
– ¡Qué asco! –Chilló Harry, saltando de la cama– ¡Dime que estás de broma!
–De verdad, Harry... –suspiró Hermione– No estoy diciendo que tuvieseis que acceder a ello. No es obligatorio. Sólo digo que seríais las personas más apropiadas. Ya he dicho que no es una práctica común hoy día, así que lo más probable es que ni siquiera te lo planteen...
– ¿Entonces por qué lo has mencionado? –Ron se estremeció.
– ¡Porque ha preguntado! –Exclamó Hermione– ¡Sois imposibles! –Recogió sus anotaciones y libros– Es hora de ir a clase de Hagrid. Vamos. Ya seguiremos con esta conversación otro rato.
Los tres se embutieron en sus abrigos más recios y salieron hacia la sala común. Allí se encontraron a un grupo de chicas jóvenes sentadas en un rincón que empezaron a soltar risillas cuando vieron a Harry. Cuando él les devolvió la mirada, ellas apartaron la vista, pero sus risas se renovaron. Harry suspiró y alzó la vista al cielo con irritación. Ron sonrió de lado y se encogió de hombros.
Pese al frío y la nieve que cubría el suelo, la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas fue divertida. Charlie estaba allí, echando una mano a Hagrid con su última adquisición: una amplia camada de cachorros de crup con dos colas. Mientras los miembros de la clase jugaban con los perrillos, Hagrid explicaba que a partir de ahora estaba prohibido ir al establo número cuatro debido a un proyecto de máximo secreto en el que Charlie le estaba ayudando. Por supuesto, un instante después Hagrid explicó a toda la clase que el proyecto en cuestión era un pequeño unicornio que se había separado de su manada. Siguió contando que los centauros estaban buscando a su manada para devolver a la cría a los suyos, y que mientras tanto Charlie como tres thestrales que habían sido heridos en una tormenta cuidaban al unicornio. Al parecer, los thestrales compartían características con algunos tipos de dragón y requerían cuidados similares, motivo por el cual Charlie estaba implicado en aquel asunto.
Hagrid se horrorizó cuando se percató de que había contado todo e hizo jurar a la clase que guardarían silencio. Pese a lo atrayentes que son los unicornios, pocas personas sentían el deseo de enfrentarse a los thestrales, así que todos aceptaron la petición.
Durante la clase, Harry estuvo espiando a Draco Malfoy. El rubio estaba extrañamente silencioso, pese a que rara vez se resistía a burlarse de Hagrid. Hoy en cambio se dedicaba a ignorar a los demás. Sólo reaccionó cuando Charlie le acercó uno de los cachorros de crup. En vez de montar jaleo como Harry supuso que haría, Draco cogió al perro y jugó con él, hablando incluso brevemente con Charlie. Harry no oyó qué se decían.
Tras la clase de Hagrid volvieron al castillo, donde se dirigieron a clase de Transfiguraciones. La profesora McGonagall estaba de un humor más bien tirante y sólo los entretuvo cinco minutos, antes de enviarles a investigar a la librería. Tenían que encontrar información sobre cómo transformar un puñado de cacahuetes en el mobiliario completo de un salón. Harry supuso que McGonagall era una de las personas afectadas por el humor de Remus, así que agradeció el tiempo libre que se le ofrecía.
Mientras la mayor parte de los estudiantes recogían libros y se volvían a sus respectivas salas comunes, Harry, Ron y Hermione se asentaron en un tranquilo rincón de la librería. Además de los manuales de transfiguración necesarios, Hermione se había apropiado varios libros que trataban el tema del Cognatus Conscriptus, así como "Historia Completa de los Monolitos Ingleses", "Wingardium Leviosa, sus limitaciones" y "Entender a los Hombres Lobo". Una vez sentados, la joven lanzó un hechizo de privacidad para poder continuar con la conversación anterior.
–Malfoy estaba de un humor de perros hoy –comentó Ron.
– ¿Crees que sabe lo que ha ocurrido? –preguntó Harry. Ron se encogió de hombros:
–Vete a saber... a lo mejor su padre sólo le ha dicho que le había comprometido. Puede que ni sepa a quién.
– ¿Y Malfoy tiene que aceptarlo? ¿No tiene ni voz ni voto en el tema?
Ron negó con la cabeza:
–Me alegra que esto no pase en nuestra familia. Imagínate que tus padres te escogen la esposa sin poder decir ni mu al respe-... –palideció de golpe al darse cuenta de lo que estaba diciendo– ¡Lo siento, Harry, no quería...!
–No pasa nada –Harry le quitó importancia a la disculpa, mirando el anillo de compromiso que llevaba en la diestra. En los últimos meses casi se había olvidado de que estaba ahí, pero hoy parecía inusualmente frío y pesado. No le apetecía nada volverse a sus habitaciones teniendo en cuenta el humor que gastaba Severus. Era como si volviese a ser el mismo que creía conocer en septiembre, y no le gustaba nada. No podía evitar preguntarse si parte de ese malhumor se debía al sueño que Harry había tenido. Aquello sumaba una sensación embarazosa a todo el asunto, con lo cual no sabía cómo reaccionar– ¿Y qué hay de los hijos? –preguntó Harry repentinamente. Tanto Ron como Hermione le miraron con sorpresa– Ya sabéis, herederos... ¿No quieren los Malfoy continuar con la línea familiar? ¿Por qué le casan con un hombre, si la continuidad sanguínea es tan importante para ellos? ¿No destruyen así toda posibilidad de tener un heredero legítimo...?
Ron y Hermione se miraron el uno al otro y luego a Harry, extrañados.
–Harry –empezó a decir Ron– ¿nadie te ha hablado de... de... ya sabes, esas cosas?
–Claro –musitó Harry, enrojeciendo– No estoy preguntando sobre el tema de... sexo. Sólo pregunto por los hijos. Ya me habló todo el mundo del tema, ¡no quiero oír ni media palabra más de ello!
– ¿Todo el mundo? –preguntaron ambos, con ojos muy abiertos por la sorpresa. Harry alzó los suyos al cielo con gesto desesperado:
–Sí, todo el mundo. Bill me cogió por banda al día siguiente, hubo sombras chinescas y creo que nunca lo superaré. Después vino Charlie, me llevó aparte y me dio tantos detalles como para revolverme el estómago –se estremeció ligeramente– Luego vinieron los gemelos, pero estoy seguro de que me tomaban el pelo. La parte sobre los elfos domésticos era repugnante, y espero que anatómicamente imposible –Ron y Hermione parecían divididos entre el horror y los deseos de reír. Harry les miró ceñudo– Oh, luego mejoró. Percy también me quiso dar la charla.
– ¿Percy? –exclamó Ron asombrado. Harry asintió e hizo una mueca.
–Por supuesto, antes de acabar salió corriendo en estado de pánico. Pero entonces tus padres decidieron sentarse conmigo y hablar del tema.
– ¡Oh, Merlín! –Ron palideció– ¿Juntos?
–Fue espantoso –dijo Harry removiéndose en el asiento– Tu padre iba diciendo cosas del tipo "cuando un chico y una chica se gustan...", y entonces tu madre le daba un capón y le corregía: "dos chicos, nada de chicas", tu padre se ponía nervioso y volvía a hablar de chicas, de modo que tu madre le volvía a dar... eso duró como unos diez minutos, antes de que lo dejaran, me sonrieran y me preguntaran si estaba todo claro.
–Oh, Harry, lo siento –exclamó Ron– ¡Suena horrible!
–Aún queda lo peor –suspiró Harry. Ron y Hermione le miraron incrédulos:
– ¿Peor?
–Justo después Sirius trató de hablarme –explicó Harry– pero no paraba de desviarse del tema y hablar mal de Snape. Al final me dijo que lo más seguro es que mis padres hubiesen preferido que me metiese a monje, así que no debería calentarme la cabeza con esas cosas. Pero la parte terrible vino porque, de algún modo, la noticia llegó a Hogwarts.
Ron y Hermione parecieron morbosamente fascinados y absolutamente atónitos, llegado este punto.
– ¿Quién?
–McGonagall –susurró Harry. Sus dos amigos soltaron una exclamación de asombro–-. ¿Os acordáis del día que bajamos a la Cámara de los Secretos? Bueno, tal y como volvimos me hizo llamar a su despacho para tener una conversación en privado. Tardé un buen rato en entender de qué me hablaba. No sé quién estaba más horrorizado, si ella o yo... empezó a usar una terminología incomprensible, y acabó tartamudeando y atragantándose. Durante largos minutos. Al final me dio una galleta y me dejó marchar –Harry se estremeció– Y entonces Hagrid se cruzó conmigo en las escaleras, me dio una palmada en la espalda y me dijo: "He oído decir que necesitas que te hable de las abejitas y las flores", y se dedicó a contármelo de forma detallada. Si necesitáis a alguien que os cuente los pormenores de la vida sexual de las abejas y las flores, soy vuestro hombre. Y me refiero a flores y abejas de verdad. Fue asqueroso.
Llegado a este punto Ron y Hermione no pudieron evitar reírse a carcajadas. Harry esperó a que se les pasara el ataque, sintiéndose molesto con el mundo en general. Cuando finalmente pararon, les dijo:
– ¿Ya os habéis reído de mí lo suficiente?
– Harry, ¿nadie te dijo nada útil? –preguntó Hermione. Harry se encogió de hombros:
–Hombre... lo que me explicó Charlie no estuvo tan mal –admitió– pero nadie me dijo nada de hijos o herederos. Sólo trataban de explicarme la mecánica. Ya me entendéis.
–Pues las sombras chinescas de Bill te lo debieron dejar más que claro –dijo Ron con un resoplido de hilaridad. Harry hizo una mueca, mientras Hermione sacudía la cabeza y empezaba a retorcer un mechón de cabellos entre sus dedos, pensativa.
–De acuerdo, dejemos el tema de la "mecánica" –dijo ella– Vamos con la información. Hay un hechizo que permite que dos magos o dos brujas combinen su ADN y lo implanten en una madre de alquiler squib.
–Un momento –interrumpió Ron, rascándose la cabeza– ¿Qué es el ADN?
Hermione y Harry se miraron.
–Ya sabes, el material genético –explicó Hermione, sólo para recibir una mirada de incomprensión del pelirrojo– No sé, ¿cómo lo llamáis vosotros? Esperma, óvulo, huevo, gameto, semilla...
– ¡Hermione! –exclamó Ron, mirando alrededor horrorizado. Aunque había un gran número de estudiantes en las otras mesas, el hechizo de privacidad seguía funcionando y nadie levantó la cabeza. El pelirrojo se puso tan colorado como su cabello, se inclinó sobre la mesa y les susurró– ¡Esencia!
– ¡Oh, por favor...! –Hermione resopló– ¡Esencia, qué palabra tan ridícula! –Se volvió hacia Harry con exasperación– Combinan su ADN y usan a la madre de alquiler squib para el embarazo.
Ignorando a Ron, que estaba golpeándose la cabeza contra la mesa con aire de mártir, Harry preguntó:
– ¿Por qué una squib? Pensaba que las familias "sangre limpia" antiguas no querían saber nada de squibs.
–Esa es la parte interesante –Hermione sonrió de oreja a oreja– Ningún hijo de madre de alquiler squib nace squib a su vez. Siempre son magos. De hecho, algunas de las familias más antiguas tenían por costumbre tener madres de alquiler cada dos o tres generaciones, tanto si era necesario como si no, para asegurarse que la línea mágica familiar se mantuviese fuerte. El tema ha sido estudiado e investigado, y al parecer el propio proceso mediante el cual se concibe el niño asegura que nazca mago.
Harry se lo pensó unos segundos. Hasta ahora no había meditado mucho al respecto, pero siempre había supuesto que más tarde o más temprano querría tener hijos. Al casarse con Severus había presupuesto que no habría posibilidad, al menos de tener sus propios hijos, aunque no le hubiese molestado adoptar. Ahora, no obstante, Hermione le acababa de comunicar que no sólo era posible que dos hombres tuviesen un hijo, sino que era algo común en el mundo mágico. No sabía muy qué pensar al respecto. ¿Un hijo con Severus Snape? No parecía muy probable... El Maestro en Pociones había comentado algo sobre designar a un heredero, pero Harry había creído que se refería a alguno de sus sobrinos, no a un hijo propio. Dudaba que el otro hombre se lo planteara siquiera.
–Debe ser complicado encontrar squibs que se presten a ello, ¿no? –comentó Harry. Por lo que él sabía, los squibs no eran muy bien considerados. Pese a que los habitantes de las Tierras de Invierno no tenían demasiada magia, Alrik se había cuidado de remarcar que no eran squibs. De hecho, los únicos squibs que Harry conocía eran Filch y la Señora Fig.
–No creas –respondió Hermione– En realidad en estos casos mejor ser mujer que hombre... ya sabes que en la mayoría de cosas, hay igualdad entre sexos en el mundo mágico, pero en este caso concreto los hombres están en situación de desventaja, tanto que algunos padres, si descubren que su hijo es niño y squib, le dan una poción de cambio de sexo permanente y fingen que era niña desde buen principio.
– ¿Por qué? –exclamó Harry, al cual la idea de cambiar de sexo le pareció siniestra.
–En el proceso del embarazo, la madre squib recibe del nonato una cierta carga mágica –explicó Hermione– Tras el parto, ya no es squib. No tienen por qué ser particularmente poderosas, pero tienen la suficiente magia para realizar algunos hechizos básicos. La mayoría de mujeres saltan, pues, sobre la ocasión... es una situación en que todos salen ganando.
– ¿Podemos dejar el tema ya? –rogó Ron, con la cara pegada a la superficie de la mesa. Se irguió en el asiento y echó un vistazo al reloj de la librería– ¡Es la hora del té! Vamos a la sala común a hablar de Quidditch -parecía tan ansioso que Harry y Hermione cedieron. Ron recogió los libros al vuelo y salió corriendo delante.
–Hay que ver –dijo Hermione, exasperada mientras ella y Harry recogían sus cosas a un ritmo más pausado-. Teniendo en cuenta la cantidad de hermanos que tiene, una podría presuponer que sería un poco más abierto respecto a estos temas.
Harry le sonrió ampliamente, sabiendo que aquella era una de esas cosas que sólo tenían en común ellos haberse criado entre muggles:
–Creo que el problema está en que eres una chica, y le han enseñado a no comentar ciertas cosas delante de las damas. Es bastante directo cuando está con otros chicos.
Hermione sacudió la cabeza:
–Nunca pasaremos de cogernos de la mano a este paso...
Harry se río, le dio un ligero codazo y dijo:
–No te preocupes, sigue hablándole de cosas tan sensuales como el ADN y el material genético y lo tendrás a tus pies en lo que canta un gallo...
Ella sonrió socarrona y le devolvió el codazo mientras seguían al pelirrojo de vuelta a la sala común.
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