miércoles, 27 de abril de 2022

Capítulo 50: La materia de los sueños

Cuando Severus se ofreció a enseñarle a usar la espada, Harry no había sabido qué esperar. La idea le había parecido excitante, puesto que parecía atraer a cierta parte suya instintiva, un rasgo Gryffindor que no podía evitar poseer. No obstante, las clases habían sido excitantes en más de un sentido.

No estaba muy seguro de por qué Severus le había ofrecido enseñarle. En cierto sentido, resultaba poco propio de él emplear su tiempo en algo así. Que Severus le dedicara sus ratos libres significaba más para Harry de lo que hubiese podido poner en palabras; el que le enseñara con tal paciencia y le diese tantos ánimos era ya increíble. La forma en que Severus le había motivado hacía que Harry sintiese una calidez que le resultaba completamente desconocida e inexplicable.

Capítulo 49: Bailando

Severus entró en la Sala de Menesteres y asintió satisfecho ante el decorado que ésta le proporcionaba. Era muy parecido al gimnasio en el que le habían entrenado a él, un espacio inmenso con suelos acolchados. Una de las paredes estaba cubierta por completo por espejos, y en las largas mesas de la pared opuesta reposaban todos los tipos existentes de espadas. Harry tendría dónde escoger.

Severus cruzó el cuarto y se quitó la túnica exterior y la interior, hasta quedar sólo en unos ajustados pantalones negros y una camisa blanca. Con un gesto de varita caldeó el aire de la habitación, ahuyentando el frío invernal que se aferraba a las viejas piedras del castillo.

Capítulo 48: El Lobo en la puerta

 Charlie observaba a Draco mientras los demás dejaban la enfermería; había un brillo pensativo en los ojos del joven cuando contempló cómo partía su padre. Cuando la puerta se cerró, el joven se volvió hacia él. Su mirada estaba llena de rabia y dolor, pero también había una chispa de esperanza desesperada de que Charlie pudiese arreglar las cosas. Al verlo, Charlie supo que tenía una pequeñísima oportunidad de arreglar las cosas para que en un futuro pudiesen ser felices ambos. Se acabaron los trucos y engaños, se acabaron las reacciones rápidas para coger lo que deseaba antes de que alguien se lo arrebataran. Tenía que hablar con sinceridad o arriesgarse a quebrar algo frágil y posiblemente irreparable.

Acercó una silla al borde de la cama donde Draco estaba sentado y tomó asiento delante del joven. Su madre siempre le había dicho que la honestidad era la única forma de mantener una relación, y teniendo en cuenta la de años que llevaba casada, había que suponer que sabía de qué estaba hablando. Al buscar las palabras con las que comenzar a hablar, descubrió sorprendido que ya sabía qué quería decir.

Capítulo 47: Cedo

Cuando Severus entró en la enfermería junto con Albus y Minerva, vio a Charlie Weasley colocando al inconsciente Draco Malfoy en una de las camas. El pelirrojo movió con suavidad al joven para comprobar si la cadena que sostenía el oro de dragón le había producido algún corte cuando había tratado de quitársela tirando frenéticamente. La piel estaba enrojecida, pero no lacerada. Charlie pasó un dedo con cuidado, como tratando de calmar la irritación.

Aquello tranquilizó mucho a Severus. Puede que Draco no fuese la niña de sus ojos, ya que el chico era un crío arrogante y consentido que tenía todos los números de acabar como su padre, pero seguía siendo un estudiante y, lo más importante, una de sus Serpientes. Severus siempre había sentido la necesidad de cuidar a sus Slytherins ya que tantos otros profesores tendían a ignorarles en favor de otras casas. No pensaba permitir que nadie abusara de uno de sus pupilos.

Capítulo 46: Viendo rojo

Hermione estaba leyendo el periódico sentada a la mesa de Gryffindor la mañana siguiente mientras ella y Ron esperaban que llegara Harry. La portada seguía mostrando nuevas fotos del joven, de la noche que había vuelto al castillo en su armadura plateada, como salido de un cuento de hadas. Ron no había dicho nada aquella noche, pero Hermione sabía que sentía algo de celos. Oh, no es que quisiera estar en peligro, o tener las responsabilidades, y desde luego no envidiaba el terror que sentía Harry de forma constante, pero todos los chicos del colegio hubiesen deseado alguna vez llamar la atención de la forma en que lo hacía el joven continuamente. Irónicamente, Harry parecía ser el único que no deseaba hacerlo.

Capítulo 45: Amaestrando al dragón

Después de que Harry se fuese a dormir, Severus se quedó sentado junto al fuego durante largo rato. Se alegraba de haber tomado la pócima calmante antes de hablar con el chico puesto que, pese a ella, sus emociones eran caóticas. Aún sentía rabia, pero ya no estaba dirigida hacia el joven al que el destino le había unido. No, ahora se focalizaba de nuevo en los Dursleys, que habían herido tan profundamente al chico que incluso ahora sentía que desear una familia real era algo egoísta.

Algo egoísta, había dicho Harry al expresar el anhelo de que la gentileza que se le dirigiese fuese causada por quién era, más que por qué era, por lo que la vida le hacía ser. Ahora mismo Severus lamentaba profundamente las palabras que había pronunciado aquella mañana, y lo mucho que le había malinterpretado. Si la sonrisa que Harry era indicativa, el chico ya le había perdonado, pero la herida debía seguir ahí, y Severus no sabía cómo sanarla.

Capítulo 44: Cierra los ojos

A la hora de la cena, Harry casi se había acostumbrado a las miradas constantes de sus compañeros. Al fin y al cabo, no era la primera vez que le ocurría algo así, y lo cierto es que en esta ocasión, al menos, la gente dudaba en acosarle a preguntas... aunque había una característica peculiar propia que jamás había sufrido hasta ahora... las risitas.

Por todo el comedor había grupos de chicas que le miraban, susurrando entre ellas, y riéndose. Estaba empezando a ponerle nervioso. Cuando un grupito de Hufflepuff empezó a reírse tontamente justo detrás suyo, no pudo más y se inclinó a través de la mesa para preguntar a Hermione en un susurro:

Capítulo 43: Para eso están los amigos

Fue imposible hablar en privado con Ron y Hermione antes de la hora de comer. Durante la mañana fue objeto de murmuraciones y miradas, aunque por suerte no tuvo que soportar bromas desagradables como había sucedido tras su matrimonio. Nadie parecía saber qué decirle, así que se dedicaban a susurrar a su espalda. La única sorpresa agradable que tuvo durante el día fue cuando se enteró de que Charlie se había quedado en Hogwarts para ayudar a Hagrid con un proyecto especial en uno de los establos. Ron y los demás Gryffindors habían logrado que el ex-estudiante les prometiera reunirse con ellos durante la semana para darles algún consejo de Quidditch en los entrenos.

Antes que volver al comedor, Harry y sus amigos prefirieron retirarse a la torre de Gryffindor, colándose en el dormitorio de los chicos de sexto con comida traída por Dobby. Una vez solos y protegidos por un hechizo de privacidad, Harry se sentó en la cama de Ron y les contó todo lo ocurrido los últimos días, finalizando con la historia de la propuesta de Malfoy y el problema de Remus.

sábado, 16 de abril de 2022

Capítulo 42: Caramelos de limón

Harry no tuvo que esperar mucho antes de que tanto Severus como Dumbledore llegaran corriendo a la habitación en la que Remus estaba prisionero. Mientras el Director parecía relativamente tranquilo, Severus por el contrario echaba fuego por los ojos al mirar a Remus y Harry. Se adelantó con la negra túnica flotando alrededor de su figura y agarró el brazo de Harry como si fuera a sacarlo a rastras del cuarto.

– ¡Sal de aquí ahora mismo! –gritó, levantando a Harry de su silla. Sus palabras y acciones hicieron que Remus volviera a luchar violentamente contra sus ligaduras, con ojos brillantes de rabia.

Capítulo 41: Salvaje

Harry entró en la enfermería, pasando silenciosamente ante la puerta de la oficina de la Señora Pomfrey y dirigiéndose hacia el cuarto particular, al extremo más alejado del recinto, en el cuál el mapa le había indicado que se encontraba Remus. La puerta estaba cerrada desde fuera, curiosamente. ¿Por qué motivo habría encerrado la enfermera a Remus?

Corriendo el cerrojo se coló en el interior. Al acercarse al lecho solitario, se percató de que había algo fuera de lugar. Remus estaba allí, efectivamente, pero sus brazos y piernas estaban encadenados a la estructura de la cama con acero, manteniéndole completamente inmóvil. La estructura había sido modificada también para resultar bastante más sólida que la clásica cama de enfermería, de forma que incluso la extraordinaria fuerza del hombre lobo no pudiese hacer mella en ella y liberarse. Harry se alarmó y se acercó para liberar al hombre. Aún quedaba semana y media para la luna llena, así que ¿para qué le habían atado? ¿Qué estaba ocurriendo?

Capítulo 40: La locura del lobo

Albus llevó a Remus a la enfermería, dejando al resto de ellos volver a sus respectivos hogares. Severus agradeció poder regresar a las mazmorras: ansiaba poner punto final al día. No es que le apeteciera mucho contarle a Harry lo ocurrido con Remus, pero por Merlín, necesitaba una buena noche de sueño...

Dobby esperaba en el salón, balanceándose adelante y atrás en el sofá y canturreando para sí mismo. Se levantó de un salto en cuanto vio a Severus entrando.

–Dobby ha hecho exactamente lo que el profesor Snape pidió –le informó alegremente– Dobby metió a Harry Potter en la cama y guardó la puerta. ¡Dobby puede hacer cualquier cosa por Harry Potter!

Capítulo 39: Honor familiar

Severus dejó sus habitaciones y caminó con ágiles zancadas por el pasillo iluminado de antorchas, pero cuando pasó ante el corredor oscuro que llevaba a los dormitorios de Slytherin se dio cuenta de que la noche aún podía ir peor. Lucius Malfoy le esperaba con una sonrisa fría en su pálida cara, el bastón de cabeza de plata fuertemente aferrado por la mano enguantada.

–Lucius –suspiró Severus– ¿Qué es lo que haces aquí todavía?

–Por favor, Severus –ronroneó Lucius– ¿es esa la manera en que saludas a un viejo amigo?

Capítulo 38: Política

Severus hizo una seña a Minerva mientras introducía a Harry en la sala privada a la que Dumbledore había llevado a Fudge. La mujer se dio por aludida y se puso a hacer la guardia en la puerta para evitar que Lucius Malfoy les siguiera. A Severus no se le había escapado la forma en que Lucius había mirado a Harry; no pensaba permitir que aquel hombre se acercara a su marido.

Severus vio cómo su propia hermana se reunía con su esposo. Sólo se permitieron un breve apretón de manos y una mirada, pero Severus pudo ver la emoción que se ocultaba tras aquel saludo de todas formas. Diana había temido realmente no volver a ver a Alrik. El alivio era evidente en su rostro.

Capítulo 37: El otro lado

Lucius Malfoy nunca había destacado por su paciencia, pero en los últimos días ésta se había puesto a prueba hasta el exceso. No obstante, sus rasgos estaban congelados en un gesto impasible, sabiendo que aunque no fuera el centro de atención en este evento, tenía sus propios observadores. Para empezar, su hijo Draco le miraba intensamente, en busca de una pista que le permitiera adivinar cómo actuar en aquella extraña situación.

Lucius se quedó al extremo de la plataforma sobre la cual el profesorado de Hogwarts solía hacer sus comidas, contemplando cómo el Ministro Fudge y otros candidatos eran manipulados de forma experta por Dumbledore y sus secuaces. El Gran Comedor estaba repleto de gente, no sólo a causa de los estudiantes que habían regresado la víspera de sus vacaciones, sino también por Aurores y prensa que representaba a todos y cada uno de los periódicos de Gran Bretaña. Si el Chico­Que­Vivió desaparecía, raptado según decían los rumores, iba a ser la noticia del siglo. Al menos, hasta que la semana siguiente ocurriera algo que hiciera que tal acontecimiento pareciera risible por comparación...

Capítulo 36: Cargando la piedra

No hizo falta mayor estímulo para los guerreros de las Tierras Invernales. Libres del temor a los Dementores, los arqueros ya estaban disparando flechas sobre los Grendlings. Los entrenadores caninos dirigieron sus escobas hacia el suelo y soltaron los arneses, dejando a los perros aterrizar a poca distancia del suelo. Los perros se lanzaron al ataque con ladridos feroces y alegres. Un instante más tarde se les unían los guerreros de Alrik alzando espadas y hachas para golpear a los Grendlings entre cortantes gritos de guerra.

Quince hombres aterrizaron sobre la piedra, abriendo la formación en abanico y echando a los Grendlings de encima.