lunes, 12 de octubre de 2020

Capítulo 10: Espadas y flechas

 Un dolor familiar en la frente despertó a Harry de un sueño plagado de imágenes de muerte y fuego. Los sueños también eran familiares, las caras siempre recordándole los errores que había cometido, las vidas que había tomado o no había podido defender. Casi dio la bienvenida a la agonía que le distraía del dolor del resto de su cuerpo.

Al abrir los ojos percibió una silueta oscura junto a su cama. Sin las gafas no podía ver sus rasgos con claridad, pero no había confusión posible respecto a aquel perfil que se dibujaba contra la luz que entraba por la ventana a sus espaldas. Severus Snape tenía una nariz muy característica, y Harry se preguntó por un segundo si se la habrían roto alguna vez.

Capítulo 9: La estrella del perro

 Unas horas más tarde, a Severus le despertó de su duermevela una voz áspera.

– ¿Qué haces aquí? –Severus abrió los ojos para encontrarse a Sirius Black mirándole fijamente desde el otro lado de la cama de Harry.

–Baja la voz –le ordenó Severus, mirando a Harry para asegurarse de que aún dormía apaciblemente. Harry no parecía haberse movido en absoluto, y su cara estaba demasiado pálida para su gusto.

–Responde –insistió Black.

–Creo que es evidente –respondió Severus. En ocasiones, la estupidez de Black le sorprendía. Se inclinó un poco para poner la palma de la mano sobre la frente de Harry, tomándole la temperatura, al tiempo que le tomaba la muñeca con la otra mano para comprobar que su pulso fuese normal.

– ¿Qué haces? –inquirió Black.

Capítulo 8: Todos los hombres del Rey

 Harry fue con Ron y Hermione a Honeydukes el fin de semana siguiente, vestido en uno de los conjuntos menos vistosos que Snape le había comprado. Aun así, tanto Ron como Hermione comentaron al respecto, Hermione comentando que le quedaba realmente bien y Ron haciendo ruidos ahogados ante la idea de que Snape le regalase nada a Harry. Lo soportó sin comentarios. Snape y él tenían un acuerdo no verbal: no iban a volver a hablar del tema nunca más.

Mientras caminaban hacia Hogsmeade, Harry les comentó la última carta que había recibido de Sirius y la promesa que le había hecho de venirle a visitar lo antes posible.

–Espero que pueda estar aquí este fin de semana –les dijo.

– ¡Pero si es muy peligroso para él! –protestó Hermione.

Capítulo 7: Lazos que unen

 A la mañana siguiente Harry se sentó a la mesa de Gryffindor con un libro de pociones para principiantes ante él. Lo había buscado en la biblioteca aquella mañana temprano: era un manual que casi nadie tocaba excepto los de primer año, puesto que no trataba más que lo más básico. Había un apartado dedicado a la necesidad de cortar los ingredientes para las pociones de cierta forma, pero aunque mencionaba los cambios que esto tenía en las propiedades del ingrediente en cuestión, estaba tan cubierto de vagas referencias que un hijo de muggles no lo hubiese entendido, probablemente.

– ¡Oh, Dios, ha ocurrido! –rugió Seamus horrorizado. Harry levantó la vista sorprendido mientras los compañeros se le iban uniendo– ¡Harry está leyendo un libro de pociones!

Harry se sonrojó bajo las miradas de sus amigos, sobre todo de la de Ron.

Capítulo 6: Vivir con Snape

 Para gran sorpresa de Snape, Harry volvió a prepararle una taza de café a la mañana siguiente, esta vez haciéndose una para él mientras se sentaba para revisar una carta que estaba preparando para enviar. Severus se lo agradeció, un poco descolocado por su comportamiento.

–De nada –repuso el chico simplemente mientras tomaba un sorbo de su propio café. Hizo una mueca ante el sabor, frunció el ceño, se encogió de hombros y bebió un poco más.

–Tengo té si lo prefiere –le señaló Severus.

–Mañana –consintió Harry– Esta porquería es repugnante.

Capítulo 5: Marcas oscuras

 Snape no apareció durante la cena. Harry no pudo evitar preguntarse si estaría enfadado con él por lo ocurrido. Se dijo que aquella noche lo descubriría, puesto que no había forma de que evitasen encontrarse. Tras la cena, se presentó en la oficina de McGonagall para cumplir con su detención. Para su sorpresa, la mujer únicamente le indicó que hiciese sus deberes. Por supuesto, las detenciones con McGonagall nunca habían sido tan horribles como las de Snape o Filch, pero generalmente les daba alguna tarea no demasiado agradable de todas formas. Cuando a mitad del castigo McGonagall le ofreció unas pastas, empezó a sospechar que sentía compasión por él, pero no tenía modo de saber si era a causa de la detención que había recibido por los insultos de Malfoy o por algo más inescrutable, como la información que había recibido sobre su vida con los Dursleys. No estaba seguro de que le gustase. Había vivido dieciséis años sin que nadie le tuviese pena, no necesitaba darla ahora.

viernes, 2 de octubre de 2020

Capítulo 4: Enfrentándose al mundo

 Harry huyó de la mazmorra rogando por no encontrarse a ningún Slytherin de camino al comedor. Estaba seguro de que la mayoría de los alumnos ya estarían despiertos y en marcha, siendo el primer día de clase. Generalmente la mayoría estaba demasiado emocionada para dormir. No estaba muy convencido de desear encararse a sus amigos, sin saber cuál sería la reacción que tendrían. Había demasiadas variables. Aún no había aceptado el hecho de haberse casado, con un hombre para más señas… Por mucho que dijera Hermione de que en el mundo de los magos no había los mismos prejuicios que en el de los muggles, el tema le dejaba en blanco. Y para colmo, el hombre en cuestión era nada menos que el profesor más odiado, Severus Snape. Lo más seguro era que los demás le estuviesen poniendo verde.

Capítulo 3: Habitantes de la mazmorra

 No podía creer lo que ocurría. Ya era bastante malo tener clase con aquel hombre… ¡pero vivir con él! Encontraría una forma de sobrevivir, de eso estaba seguro; al fin y al cabo no podía ser peor que los años transcurridos junto a los Dursleys. Pero hasta el momento, su tiempo en la escuela había sido su compensación: vivir en la torre de Gryffindor era como un sueño maravilloso que le mantenía entero durante los veranos. La mera idea de que ya no tendría eso le hacía sentir nauseas. ¡Tener que dejar la torre para habitar las mazmorras húmedas y oscuras!

Snape le condujo a través de las entrañas del Castillo, por numerosos corredores mal iluminados, en los que sus pisadas resonaban ominosamente por las bóvedas de piedra. Finalmente se detuvo frente a un retrato de Salazar Slytherin y una enorme serpiente.

Capítulo 2: Con Este Anillo

 Harry sintió que la sangre huía de su rostro, a la vez que veía cómo Snape se quedaba sin palabras, los ojos muy abiertos.

– ¿Qué? –preguntó el Maestro de Pociones, mirando de Dumbledore a McGonagall y por último a Hooch. Para horror de Harry, las dos profesoras asintieron, aparentemente con cierta repulsa.

– ¡Snape! –exclamó Ron con desmayo.

– ¡Pero es imposible! –protestó Harry, mirándoles como si hubiesen perdido la cabeza. Molly y Arthur no parecían particularmente satisfechos, pero ni de lejos tan molestos como Harry había supuesto que estarían.

Capítulo 1: La piedra del matrimonio

 Harry hizo lo posible por ignorar las miradas fijas del resto de estudiantes mientras buscaba un compartimento vacío en el tren de Hogwarts. Estaba acostumbrado a que le mirasen y murmurasen a su espalda, pero este año parecía ser peor que nunca. Incluso sus compañeros de Gryffindor se quedaban en silencio al verle: Le sonreían cuando pasaba, y luego empezaban a susurrar en el instante en que creían que ya no les oía.

Se metió en el primer compartimento vacío que encontró, pensando que era irónico lo rápido que se pasaba de un extremo al otro sólo subiéndose a un tren: los Dursleys fingían que no existía, en cambio el mundo de los Magos parecía incapaz de quitarle la vista de encima.

Descripción de La Piedra del Matrimonio