Un dolor familiar en la frente despertó a Harry de un sueño plagado de imágenes de muerte y fuego. Los sueños también eran familiares, las caras siempre recordándole los errores que había cometido, las vidas que había tomado o no había podido defender. Casi dio la bienvenida a la agonía que le distraía del dolor del resto de su cuerpo.
Al abrir los ojos percibió una silueta oscura junto a su cama. Sin las gafas no podía ver sus rasgos con claridad, pero no había confusión posible respecto a aquel perfil que se dibujaba contra la luz que entraba por la ventana a sus espaldas. Severus Snape tenía una nariz muy característica, y Harry se preguntó por un segundo si se la habrían roto alguna vez.